Murcia
Las corrientes
de la política arrastran los sueños de poetas. Esta historia empieza en el año
1243, su fin se puede situar en el 1575.
El corazón del rey-poeta para siempre pertenecerá a Murcia,… pero no exactamente
tenía que ser así.
La barroca fachada de la Catedral múrciense
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En la
parte norte de la ancha Gran Vía Alfonso X El Sabio se encuentra el monumento
al estudioso rey. La mirada del soberano
de Castilla y León se dirige al sur, a la arbolada avenida, que lleva su
nombre. Quien ande en esta dirección, todo recto – por Gran Vía, por calle
Trapería – llegará a la catedral. En su capilla mayor encontrará el corazón
real, guardado en una urna del siglo XVI.
En la
primavera de 1243 el infante don Alfonso, hijo de Fernando III el Santo,
ocupaba Murcia, capital del pequeño reino
islámico. Escribió uno u otro historiador, que detrás de este triunfo juvenil
se esconde la posterior decisión del monarca, de ser enterrado en su querida y
fiel Murcia. Expreso esa voluntad por primera vez el rey Alfonso X en el año
1277, por escrito en el documento de fundación del convento cisterciense Santa
María la Real. Por entonces de los grandes sueños y ambiciosos planes solo le quedaba
al monarca castellano-leonés el amargo sabor de la decepción. Después de casi
20 años de esfuerzos finalizaba en nada su pelea por lograr ser coronado
emperador germánico, inesperadamente murió el heredero en el trono - el hijo primogénito
de Alfonso X - don Fernando, se expandió sin pausa y creció en el reino el descontento
por la costosa política exterior, por la presión fiscal, la centralización y la unificación de las leyes. En año 1282 el segundo hijo del rey Alfonso –
don Sancho, con el apoyo de los “Cortes”
se apoderó del reino. Durante la guerra civil, el viejo rey encontró asilo en
la fiel Sevilla. Aquí en enero 1282 por segunda vez presentó su decisión sobre su
propio enterramiento. Quería que su cuerpo fuera depositado en Murcia y el corazón
en Jerusalén. Murió en Sevilla tres meses después, en abril del mismo año. No se
cumplió la disposición final del rey, a quien a la hora de la muerte tan pocos
querían. Escribió uno u otro historiador, que a tenor de la difícil situación
política se ordenó enterrar el cuerpo de Alfonso X en Sevilla. Sin embargo antes
de practicar el embalsamiento se llevó a cabo la extracción de corazón, para
llevarle a Murcia.
Los
humanistas en el siglo XVI recordaron, que en la vieja y mal conservada iglesia
de Santa María de Gracia está el corazón del Rey Sabio – promotor de las ciencias,
mecenas del arte y poeta. Para él buscaron un nuevo y más digno lugar. Se le trasladó
a la capilla mayor de la Catedral, depositándole en la urna renacentista,
recién hecha por los maestros escultores Martín Florentín y Ginés de León,
contratados por el Concejo de Murcia. En año 1541 el rey de España – emperador germánico
Carlos V – oraba ante la urna con el corazón del medieval monarca, que perdió
su reino soñando sobre la corona imperial. En 1575 aceptó el rey Felipe II a petición
del Concejo de Murcia, que en el escudo
de la ciudad se pusiera el símbolo del corazón, relacionado con las custodiadas
“reliquias” del rey Alfonso X el Sabio, a quien ya entonces absolutamente todos
querían.
POST
SCRIPTUM
Situada
en el extremo sudoeste de la península Ibérica, Murcia dista de Madrid 400 km.
Desde Murcia a la cálida costa mediterránea hay apenas 50 km. Si quieres viajar
en coche puedes visitar las paginas guiarepsol.es
o viamichelin.es. A Murcia llegas
también sin problemas en autobús (info| listado de operadores)
o con tren (RENFE).
La urna del siglo XVI con el corazón de Alfonso X el
Sabio, que reino en Castilla y León entre los años 1252-1284, se encuentra en
la capilla mayor de la Catedral de Murcia. La Catedral con una magnífica
fachada de estilo barroco sin duda pertenece a los monumentos de la ciudad más
representativos y dignos de visitar. El horario de apertura puedes consultarlo
en la página: murciaturistica.es.
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